Inauguro en el blog una nueva sección titulada "mitos masculinistas", que me va a dar mucho para hablar.
El motivo de la misma es que el feminismo, en su lucha por alcanzar la igualdad entre varones y mujeres, trata de visibilizar el sexismo y los estereotipos sociales para liberar a las personas de ellos, de tal modo que puedan elegir, sin que nadie las juzgue, entre cosas como poder maquillarse o no, ser más o menos sensibles, o no tener que ir a la guerra para demostrar que se es quien más vale. Sin embargo, el masculinismo (o neo-machismo) lejos está de lograr esto, en tanto que tal movimiento, más que atacar al sexismo, lo refuerza y lo utiliza.
Mientras que un o una feminista hablará sobre que las mujeres han tenido dificultades a la hora de acceder a la educación y que por ello no hay tantas mujeres brillantes en la historia como hombres brillantes (dando a entender que todos y todas, sin importar el sexo, podemos ser brillantes y que el problema reside en el patriarcado, que ha llevado a las mujeres por un camino y a los varones por otro), un o una masculinista se centrará en argüir que el problema está en que las mujeres se han dedicado, por puro interés personal y por su propia cuenta, a atender a sus hijos e hijas y a cuidar el hogar. Es decir, que mientras el feminismo atiende a las características individuales y visibiliza el problema, el neo-machismo generaliza y hace uso del sexismo para justificar las desigualdades.
Y lo que es peor: a través de esta generalización y de este reforzamiento del patriarcado, promueve mitos que incluyen mentiras en su interior.
Y lo que es peor: a través de esta generalización y de este reforzamiento del patriarcado, promueve mitos que incluyen mentiras en su interior.
En esta sección, me dedicaré a desmantelar esos mitos con tres fines:
1- Que podamos coeducar con claridad y exactitud, pues no se puede coeducar, por ejemplo, si en lugar de mostrar el cuidado de niños y niñas como un trabajo igual de valioso que el que desempeña un fontanero o una fontanera, como bien pretende el feminismo, nos dedicamos a comentar que las mujeres son todas unas vagas que no hacen absolutamente ninguna labor y que eso de cuidar hijos e hijas es una estupidez, como hace el masculinismo, para poder victimizar a los hombres y ponerles como los únicos y pobres trabajadores existentes en la Tierra.
2- Contribuir a frenar el avance de un movimiento patriarcal, sexista y machista que perjudica seria y gravemente a la igualdad entre varones y mujeres.
3- Criticar a un movimiento que aunque de boquilla dice defender a los varones, tal y como iré mostrando en esta sección, lo que realmente hace es dejarnos a todos como víctimas idiotas, como brutos y como rastreros. Por ejemplo, cuando un o una masculinista afirma que las mujeres tienen el poder sexual porque ellas hacen el amor cuando quieren y los hombres solo cuando pueden, no solo está siendo sexista, sino que está dejando a los varones como idiotas que exclusivamente piensan con el pene, que no saben decir que no a una relación sexual y que pierden fácilmente la cabeza al ver un tobillo. Una afirmación que, por cierto, no se aleja del discurso tradicional y religioso del típico sacerdote que habla de la mujer como un demonio perverso que enloquece a los hombres y les hace sucumbir ante el pecado a través de sus irresistibles encantos.
Así pues, visto lo visto, vayamos al primer mito, que reza así: "los hombres son protectores mientras que las mujeres no, ya que a ellas, por cultura, únicamente son sensibles".
El feminismo, para que se note la diferencia, indica que tanto varones como mujeres pueden ser sensibles y proteger, pero que a causa de la educación sexista existe una tendencia a presentar a los varones como protectores y a las mujeres como sensibles. El masculinismo lo que viene a decir es que realmente los varones ejercer un rol protector mientras las mujeres son sensibles.
De aquí que este mito sea peligroso, puesto que mientras que el feminismo critica lo que se promueve sin genralizar, el masculinismo está dando algo por hecho, de tal modo que se basa en el esencialismo, pero desde un plano cultural.
Este mito lo fundamentan con una gran verdad, que es la de que a las mujeres se las educa para ser tiernas y a los varones para ser caballerosos y protectores. Una prueba de ello podemos encontrarla en montones de cuentos e historias que muestran al varón como el príncipe azul que se enfrenta a numerosos peligros para salvar a la dulce doncella en apuros.
Ahora bien, el problema radica en que el varón, lo masculino, es la vara que mide todas las cosas. Solo lo suyo se ha considerado importante a lo largo de la historia, y obviamente, los y las masculinistas, en ese afán tradicionalista y patriarcal por mantener al género masculino en la cima de lo grandioso, heroico y valioso, reproducen el sexismo mediante mitos como éste para hacer prevalecer sus acciones y méritos ante lo desempeñado por una mujer. De aquí que oculten tras la expresión "las mujeres se dedican a ser tiernas mientras que los varones las protegen", que en realidad las mujeres también son protectoras y los hombres son sensibles, en tanto que no puede haber sensibilidad sin protección ni protección sin sensibilidad.
No es muy difícil de entender:
Para que un varón proteja a una mujer, necesariamente debe sentir algo. Quizá no por ella, quizá simplemente tiene ganas de sentirse importante, pero algo es algo. Nadie se arriesga a herirse si no es porque siente algo. Esto es algo que desde los diferentes movimientos, tanto sociales y progresistas como conservadores, se ha tenido muy claro: las religiones han promovido y promueven el amor a sus dioses y diosas; quienes pretenden que la gente luche por su patria, fomentan el nacionalismo y el amor a la misma; quienes quieren que el ser humano luche contra las clases sociales, tratan de inculcar el deseo de alcanzar la igualdad; quienes gustan en luchar contra las fuerzas del Estado, promueven la pasión por la libertad; quienes quieren que deje de contaminarse el planeta, fomentan la sensibilidad por la tierra y la vida plural que yace en su interior.
Nadie protege nada por voluntad propia si no es bajo algún sentimiento positivo. Ergo, el feminismo no se equivoca en absoluto al defender que los hobres también han sido, son y pueden ser sensibles. Solo al ser protectores, ya lo están siendo, dado que solo se puede proteger siendo sensible.
Por otro lado, obviamente, al ser las mujeres sensibles, deben mostrar una actitud protectora al mismo tiempo. ¿Puede alguien comentar, desde la verdad, que siente pena, cierta sensibilidad, hacia las personas pobres, si en lugar de ayudar a estas gentes dándoles de comer o a salir de la miseria, se limita a pasar de largo y a poner cara de asco cada vez que ve a un mendigo o una mendiga? ¿Puede alguien argumentar que siente sensibilidad hacia los animales, si en lugar de cuidarles y protegerles, se limita a darles patadas? ¿Puede alguien decir que siente amor por su patria mientras despotrica contra ella, huye de la nación en lugar de defenderla o siente repulsión por ciertos sectores que en ella conviven? ¿Puede alguien sincerarse al comentar que lucha por la igualdad entre mujeres y varones mientras se dedica, sutilmente y revistiéndose con piel de cordero, a promover el sexismo y la misoginia, a fin de mantener su posición privilegiada?
Es imposible. La lógica y la realidad nos indican que si las mujeres son educadas para ser tiernas y cariñosas, necesariamente deben ser protectoras, ya que nadie puede mostrar una actitud indiferente y de no protección ante aquello que se ama y sobre quien se siente un mínimo de ternura.
Lo que ocurre, como dije algo más atrás, es que lo masculino es la medida de todas las cosas y por ello solo las acciones masculinas se han considerado como protectoras, ya que a quien protege se le atribuye una cierta heroicidad, y solo los hombres pueden ser reconocidos como héroes, para así mantener al varón en la cumbre. Y por esto mismo, el masculinismo busca mentir y promulgar una serie de mitos como el descrito en la presente entrada: para que el varón quede victimizado y siga considerándose que lo que él hace es lo que verdaderamente importa; que sus funciones son las únicas realmente heroicas, protectoras e importantes.
No obstante, lo cierto es que las mujeres han sido, son y serán, aún con el sexismo, protectoras; tanto con los hijos y las hijas como con sus maridos. Protectoras:
- Cuando tienen una gestación peligrosa y deciden dar su vida por la del feto, bien por la criatura, bien por contentar a su pareja, a quien, según la sociedad, tienen el deber de darles herencia para hacerles sentir hombres.
- Cuando deciden aparcar sus propios sentimientos y sus gustos, para dar prioridad a los del varón (por ejemplo, cuando fingen orgasmos para no herir el orgullo masculino, mienten sobre su vida sexual pasada o restan importancia a su vida personal y sus opiniones respecto a los de su pareja).
- Cuando protegen a los hombres de sí mismos, proporcionándoles una vida más saludable (por ejemplo, insistiendo en que vayan al médico, vigilando su alimentación, ayudándoles a que no caigan en el abuso de drogas nocivas).
- Cuando ponen en riesgo su integridad física y su vida para atender traumas pasados de sus parejas (un ejemplo lo hallamos en Anastasia, la protagonista de la trilogía 50 sombras de Grey, quien, motivada por el duro pasado de su pareja, se somete a él, a sus caprichos, a sus abusos, y se deja maltratar y controlar).
- Cuando tiran a la basura años y años de estudio, dando más valor a la carrera profesional de sus parejas, quedándose en casa para que ellos puedan disfrutar desarrollándose en lo que querían, y quedándose ellas, por consiguiente, vulnerables y dependientes.
Las mujeres, digan lo que digan los neo-machistas, han hecho, hacen y harán muchas cosas por los varones, por protegerles, por anteponer la vida masculina a la de ellas mismas.
Sí, lo sé, los varones suelen poner el cuerpo en casos como un tiroteo y fallecen para que ellas vivan (eso sí, no olvidemos que ellas también lo han hecho muchas veces: ¿ya nadie recuerda que en la Guerra de las Galias, en el Asedio de Alesia, Vercingetorix expulsó de la ciudadela a las mujeres y los niños y las niñas para ahorrar provisiones para sus hombres, anteponiendo el cuerpo y la vida de todo varón adulto a la del resto de sus gentes?). Sin embargo, ellas mueren en vida, día tras día, para que ellos sigan adelante. Y todo para que al final ellas acaben también en el hoyo.
Por lo tanto, a la hora de coeducar, no caigamos en trampas y mentiras patriarcales. Cada varón y cada mujer es un ser irrepetible en el mundo. No se puede generalizar, ya que tan solo hay tendencias a una conducta u otra a causa del sexismo inculcado.
Enseñemos a los niños y las niñas que, independientemente de su sexo, pueden jugar a la pelota o con muñecas; que pueden hacer igual de bien matemáticas y literatura; que han sido, son y serán, por igual, sensibles y capaces de proteger.
Nota:
Gracias a Kuxille por su participación en la elaboración de esta entrada.
Nota:
Gracias a Kuxille por su participación en la elaboración de esta entrada.