lunes, 21 de mayo de 2012

Mi niño/a no me come.

Les paso aquí un pequeño trozo del libro Mi niño no me come, del pediatra Carlos González:

"Las madres (1) se preocupan, lógicamente, por la salud de su hijo. Pero hay algo más, algo que convierte la inapetencia en un problema mucho más angustioso que la tos o los mocos. Por una parte, la madre tiende a creer (o le hacen creer) que ella tiene la culpa: que no ha preparado adecuadamente la comida, que no ha sabido dársela, que no ha educado bien a su hijo... Por otra parte, tiende a tomárselo como un asunto personal, como nos muestra Laura:

(...) mi única hija de dieciocho meses, el problema es que no hay manera de que coma en condiciones. Muchas veces me pone los nervios a flor de piel, cuando le preparo su comida con mil amores y después de dos cucharadas la echa para fuera. ¿Qué puedo hacer para que coma como Dios manda?

No sólo la niña está inapetente, sino que encima se permite «despreciar» los esfuerzos de su madre en la cocina. Por cierto, no sabíamos que Dios tenía normas sobre lo que deben comer los niños. ¿Habrá querido decir «como su pediatra manda»?

Casi todas las madres expresan este profundo sentimiento personal diciendo «No me come» en vez de «No come». Algunas sienten el problema como un acto hostil por parte de su hijo: «Me rechaza... la fruta». Muchas madres me han explicado que lloran cuando dan de comer a sus hijos. La pobre criatura se ve a veces envuelta en un falso conflicto emocional. En vez de plantearse en sencillos términos de tienes hambre/no tienes hambre, la lucha por la comida puede convertirse en una trampa del tipo me quieres/no me quieres. Se acusa al niño de no querer a la madre porque, sencillamente, no puede comer más. Y no pocas veces se le insinúa, e incluso se le dice directamente, que la madre no le querrá si no come.

Las familias, especialmente las madres, sufren con los conflictos en torno a la comida. Sufren mucho. Como escribió una de ellas: «Es horroroso tener miedo a que llegue la hora de comer».

Si la madre tiene miedo, ¿qué tendrá su hijo? Por grande que sea su angustia, recuerde siempre que su hijo está sufriendo todavía más. No le está tomando el pelo, no la está manipulando, no «sabe latín», no está mostrando su espíritu de oposición... Está, simplemente, aterrorizado.

Estoy preocupada por mi hijo (quince meses) porque no come, es decir, la comida la retiene en la boca y cuando pasa un rato la echa y no se la traga, todo lo hace con llanto, sólo cuando dejo de darle de comer, él deja de llorar.

Porque, para la madre, siempre hay una puerta, un consuelo, una esperanza. Usted está preocupada porque su hijo no come, angustiada porque teme que enferme, abrumada por familiares y amigos que la miran fijamente y afirman «este niño tendría que comer más», como acusándola de ser una dejada. Se siente rechazada por un hijo que, incomprensiblemente, no acepta lo que usted le ofrece con tanto cariño; y se siente culpable cuando ve a su hijo llorar y piensa que le está haciendo daño... Pero también es cierto que es usted una persona adulta, con todos los recursos de la inteligencia, la educación y la experiencia. Que cuenta con el amor y el apoyo de sus familiares y amigos, que, probablemente, se han puesto de su parte en este conflicto. Que criar un hijo, aunque sea temporalmente el centro de su mundo, no es su único mundo. Tiene usted una historia y un futuro, unas aficiones, tal vez una profesión. Tiene, cierta o no, una idea que explica lo que está pasando; sabe por qué obliga a comer a su hijo (aunque tal vez no sepa por qué él no come), y en los momentos de más profunda desesperación no deja de repetirse que todo es por su bien. Tiene, además, una esperanza, pues sabe que los niños mayores comen solos, y que esta etapa durará sólo unos años.

¿Y su hijo? ¿Qué pasado, qué futuro, qué educación, qué amistades, qué explicaciones racionales, qué esperanzas tiene? Su hijo sólo la tiene a usted. Para un bebé, la madre lo es todo. Es la seguridad, el cariño, el calor, el alimento. En sus brazos es feliz; cuando usted se aleja, llora desesperado. Ante cualquier necesidad, ante cualquier dificultad, sólo tiene que llorar; su madre acude al instante y lo arregla todo.

Desde hace un tiempo, sin embargo, algo va mal. Llora porque ha comido demasiado, pero su madre, en vez de hacerle caso como siempre, intenta obligarle a comer todavía más. Y cada vez es peor: la suave insistencia del principio pronto deja paso a gritos, llantos y amenazas. Su hijo no puede entender por qué. Él no sabe si ha comido más o menos de lo que dice el libro, o de lo que dice el pediatra, o de lo que come el hijo de la vecina. Él no ha oído hablar del calcio, ni del hierro, ni de las vitaminas. No puede entender que usted cree hacerlo todo por su bien. Sólo sabe que le duele la barriga de tanta comida, y sin embargo le meten todavía más. Para él, esta conducta de su madre es tan absolutamente incomprensible como si le pegase o le dejase pasar la noche desnudo en el balcón.

Muchos niños pasan horas, a veces seis horas al día, «comiendo», o más exactamente, peleándose con su madre junto a un plato de comida. No sabe por qué. No sabe cuánto va a durar (es decir, cree que durará eternamente). Nadie le da la razón, nadie le anima. La persona a la que más quiere en el mundo, la única persona en la que puede confiar, parece haberse vuelto contra él. Su mundo entero se desmorona.


Nota:

1- Donde Carlos González dice "las madres", por mi parte se puede poner también "los padres", o "los/as abuelos/as", o "la tía", o "el tutor", o "cualquier familiar", o "quien le cuida", etc. Pero claro, como tenemos la costumbre en esta sociedad de asociar la crianza con las mujeres... pues no es de extrañar que en los libros tienda a hablarse sólo de las madres (las cuales, por cierto, según dice el autor, son las únicas personas en quienes los/as niños/as pueden confiar... Pues nada, los padres ya pueden tirarse por la ventana. Y ya no hablemos de los padres y las madres que adoptan...).


Fuente:

González, C. (2008). Mi niño no me come. Barcelona: RBA Bolsillo.


martes, 15 de mayo de 2012

Por qué las personas pobres tienen derecho a la Educación Pública.

No hace mucho tiempo, Ser Filosofista me envió un correo en el cual me decía que un amigo suyo opina que los Gobiernos no deberían invertir en educación para las personas pobres, y me preguntó por mi opinión.

En primer lugar, he de decir que yo estoy total y absolutamente a favor en que las personas de bajo nivel socio-económico puedan tener acceso a la educación  pública.

Antes de meterme en detalles, anuncio que el motivo primero por el cual estoy a favor de ello es ético: si queremos de verdad una sociedad igualitaria, no podemos excluir a un grupo de personas sólo por haber tenido la desgracia, no elegida por voluntad propia, de haber nacido en una familia muy poco adinerada. Si queremos una sociedad que tienda a la igualdad, no tiene ningún sentido llevar a una condición de mayor desigualdad a un grupo de personas que ya de por sí nacen en condiciones desfavorecidas y desiguales.

El propio texto de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, elaborado por las Naciones Unidas, establece en su artículo número 26 que "todos los individuos tienen derecho a la educación como una forma de poder desarrollarse como persona. La educación básica debe ser gratuita y el resto accesible a toda la población" (1).

Asimismo, estoy de acuerdo en que este grupo de personas accedan a la escuela pública por lo siguiente:

Antaño se pensaba que el Cociente Intelectual de un ser humano estaba determinado por su genética, es decir, que éste era heredado, y que quien nacía "subnormal" (por debajo de lo normal), era "subnormal" de por vida, y nada podía hacerse para remediarlo.

No obstante, hoy en día sabemos que la inteligencia, aunque tiene un componente genético y por lo tanto hereditario, es un factor mayoritariamente ambiental, que puede ser mejorable mediante la estimulación y el aprendizaje.

Dentro de esta me gusta mencionar en especial a dos autores:

- Reuven Feuerstein: Entiende que el ser humano aprende interaccionando con la sociedad, y que con ello su inteligencia y sus procesos mentales se entrenan y pueden mejorarse. Habla de la modificabilidad estructural cognitiva, por la que afirma que la estructura de la inteligencia es modificable, mejorando algunas de sus destrezas a través del aprendizaje. Desarrolló el Programa de Enriquecimiento Instrumental (PEI), mediante el cual puede mejorarse la inteligencia y las capacacidades y habilidades de los individuos.

- Lev Vygotsky: Decía que “el aprendizaje humano presupone un carácter social específico y un proceso por el cual los niños se introducen, al desarrollarse, en la vida intelectual de aquellos que les rodean”. ¿Qué significa esto? Que para Vygotsky aprendemos y comprendemos al interactuar con las personas que nos rodean. Según este autor, el término aprendizaje también va unido al término maduración, en tanto que la maduración condiciona y prepara el aprendizaje, pero a su vez el aprendizaje puede acelerar la maduración.

Vygotsky nos habla sobre que tenemos que diferenciar entre:

- El desarrollo real: Indica lo que ha conseguido alcanzar el o la discente.

- El desarrollo potencial: Muestra lo que el alumno o la alumna puede hacer con la ayuda de alguien que medie su aprendizaje.

Es decir, para este autor todos y todas tenemos un desarrollo máximo hasta la cual podemos llegar gracias al aprendizaje, pero todo el mundo se encuentra en el momento en un desarrollo real en función de lo que se ha conseguido alcanzar, y que puede mejorarse (2).

Hay varios proyectos que han demostrado que la inteligencia puede mejorarse, como por ejemplo el ya mencionado PEI, el programa de Educación Compensatoria Head Start, el proyecto de inteligencia Harvard, el APDI (Aprendo a Pensar Desarrollando mi Inteligencia), el programa Filosofía para niños, etc (3).

Por lo tanto, si la inteligencia de las personas puede mejorarse a través de la estimulación y el aprendizaje, no es lícito afirmar que las personas pobres lo son porque son menos inteligentes, como afirman y se excusan muchas personas, dado que si son, por lo general, menos inteligentes o menos pudientes, se debe a que su condición de pobreza les mantiene, por lo general, atascadas. Y sólo mediante el aprendizaje se puede avanzar.

Por mi parte, yo afirmaría que la inteligencia no existe, sino que lo que existen son las conductas inteligentes, las cuales son aprendidas. Una persona que aprenda menos tendrá peores herramientas para llevar a cabo conductas más inteligentes.

Por ejemplo, si una persona más pobre tiene una mayor probabilidad de tener dificultades a la hora de usar un ordenador, no se deberá a que no es capaz, sino que más bien se deberá a que en su casa no puede utilizarlo, así como le es imposible apuntarse a cursos en los cuales aprenda cómo manejarlos; mientras que las personas ricas tendran al menos un ordenador en su casa, con acceso a Internet, y además podrá apuntarse a Academias de Informática.

La Educación Pública permite que todas las personas por igual reciban una fuente de estímulos que les permitan adquirir las herramientas adecuadas para aprender y salir adelante. Y por lo tanto contribuye a que todas las personas tengan, en la medida de lo posible, las mismas oportunidades para moverse en la escala social (aunque ya explicaré en otra entrada que no es siempre es así, y que en numerosas ocasiones las escuelas y las familias contribuyen al efecto contrario: a la preproducción social).

Impedir a las personas pobres acceder a la escuela pública es condenarlas a estancarse en la pobreza, además de impedirles el pleno derecho a acceder a la cultura.

Es cierto que muchas personas pobres no llegan ni siquiera a terminar la Educación Secundaria. Pero, ojo, tengamos estas dos cosas en cuenta:

1- No podemos generalizar. No todas las personas con bajos recursos económicos fracasan en la escuela, y no todas las personas ricas tienen buenas calificaciones (aunque, estadísticamente, así ocurre por lo general).

2- Tal y como nos muestran los Informes PISA (Programa Internacional para la Evaluación de los Estudiantes) de la OCDE, el alumnado cuyas familias tienen al menos 500 libros en su casa, y cuyos padres y madres tienen Estudios Superiores, por lo general tiende al éxito académico, mientras que el alumnado que no dispone de estos privilegios tiende al fracaso escolar... Pero estas circunstancias son sólo condicionantes, nunca determinantes.

Asimismo, una de las causas por las cuales la gente con bajos recursos económicos tiende a tener bajos resultados, se debe a que la sociedad tiende a excluirla y a considerarla como seres inferiores.

Una maestra realizó un proyecto que consistió en la división de niños y niñas en función del color de los ojos (4). Comentó que las personas con ojos ocuros eran superiores, más inteligentes y más capacitadas que las personas de ojos claros. Dio argumentos "y lo demostró". Por ejemplo, decía: "Fulanito se ha olvidado las gafas y tiene los ojos claros. ¿Veis cómo las personas de ojos claros son torpes y tontas?". Si alguien se quejaba, argüía entonces: "Menganito se está quejando de lo que digo, esto es porque las personas de ojos claros son malvadas, protestonas, desobedientes". Así consiguió inducir a la clase a pensar que las personas de ojos oscuros eran superiores.
 
Posteriormente mandó realizar al grupo de clase una serie de ejercicios, los cuales evaluó. Los resultados indicaron que las personas que habían sido incluidas en el grupo de ojos claros, de decir, "las inferiores", tenían unos resultados más bajos que el grupo clasificado como "superiores", además de que tardaban más en hacer los ejercicios.

Después dijo a la clase que se había equivocado, que no eran las personas de ojos oscuros superiores, sino que la situación se daba al revés: las personas de ojos claros eran más inteligentes y estaban por encima. Nuevamente "volvió a demostrarlo", y cuando los niños y las niñas creían que esto era así, la maestra volvió a pasar unos ejercicios y los resultados mostraron que esta vez era el alumnado de ojos oscuros quien obtenía los peores resultados.

Esto nos muestra que el simple hecho de enmarcar a las personas en un grupo considerado como inferior e incapaz, vuelve a las personas incluidas en dicho grupo realmente menos capaces; y por ende, el simple hecho de que se le haga pensar a una persona pobre que es menos capaz y que no debería ir a la escuela pública, hace que esta persona tienda a unos resultados más bajos.

Concluyendo, las personas con bajos ingresos económicos han de asistir a la escuela pública porque:

1- La educación y la formación es un derecho universal que no debe ser negado a nadie.

2- Impedir a las personas menos pudientes económicamente acceder a la educación, trae consigo que se queden atascadas socialmente, además de que corren el riesgo de la exclusión social.

3- La educación pública permite la movilidad social.

4- La cultura nos pertenece a todos y todas, sin importar el sexo, la edad, la ideología, la religión, la nacionalidad...

5- La educación pública es beneficiaria no sólo para quienes hacen uso de ella, sino que también para las propias naciones, al "crear buenos cerebros" gracias a la misma.

6- La asociación de las personas a determinados grupos (las personas negras, las personas blancas, las pobres, las ricas, etc), trae consigo que las personas queden atascadas en una serie de características determinadas y preestablecidas por la sociedad, lo cual lleva a la reproducción social. Sólo con una Educación Pública, libre, abierta multi e intercultural, variada, que busque fomentar el amor por el aprendizaje, coeducativa, y no excluyente por el mero hecho de tener unas características, nos llevará a la igualdad.

Nota:

Cuando las familias son tan pobres que precisan que sus hijos e hijas salgan de la escuela para ir a trabajar, en esta situación la escuela se convierte en un centro que genera más desigualdad, dado que ese dinero que podría entrar en casa no entra si ese niño o esa niña se queda estudiando. Por lo tanto, en estas circunstancias, el Estado debe dar un apoyo económico a la familia para que así puedan recibir el dinero que traerían sus hijos e hijas, al mismo tiempo que éstos/as pueden continuar los estudios.


Fuentes:

(1)- http://www.pobrezamundial.com/la-pobreza-y-los-derechos-humanos/

(2)- Román Pérez, M. Sociedad del Conocimiento y Refundación de la escuela desde el aula. EOS: Sevilla.

(3)- Dos libros interesantes para encontrar buena información sobre los programas de mejora de la inteligencia son:

Prieto, M. D. y Pérez Sánchez, L. (1993). Programas para la mejora de la inteligencia. Teoría, aplicación y evaluación. Madrid: Síntesis.

Yuste, C. (1994). Los programas de mejora de la inteligencia. Madrid: CEPE.

(4)- El estudio realizado por la maestra que he mencionado se pasó a un documental titulado Una clase dividida. Pueden verlo con este link y los siguientes:

http://www.youtube.com/watch?v=yaimGghfcpM

lunes, 7 de mayo de 2012

En defensa de la Escuela Infantil.

He estado observando, con la lectura de ciertos escritos, que están surgiendo últimamente una serie de movimientos de distinta índole: movimientos "anti que la mujer trabaje", "anti-que los padres consigan bajas por paternidad, para que así las mujeres estén exclusivamente con los/as bebés", "anti-vacunas", "anti-escuelas infantiles, "anti-derecho de ciertas personas a asistir a la Escuela Pública"... En definitiva: "anti todo cuanto hemos progresado".

No voy a negar que la sociedad está llegando a un modelo en el que padres y madres se ven obligados/as a trabajar las 24 horas del día mientras niños y niñas se pasan la vida metidos/as en la Escuela Infantil sin ver a sus padres y madres. En esto, por supuesto, no hemos avanzado. Pero sí hemos avanzado en la obtención de una sanidad pública que permite a los/as bebés estar vacunados/as contra enfermedades que, por mucho que digan, la lactancia materna jamás podrá defender (por ejemplo, la hepatitis B, entre otras). Hemos avanzado en la posibilidad de que muchas mujeres no se vean con la obligación de buscar un marido que la saque de la pobreza. Hemos avanzado en la posibilidad de que niños y niñas puedan entrar en la escuela pública y obtener una serie de conocimientos y habilidades que les lleven a poder movilizarse en la escala social.

Estoy totalmente de acuerdo en que el hecho de que haya 8-10 niños/as por maestro/a de Educación Infantil no es bueno. Asimismo, estoy totalmente de acuerdo en que los niños y las niñas de muy corta edad no deberían estar en una Escuela Infantil, ni en ningún centro de ningún tipo, durante doce horas seguidas. Para mí, por supuesto, lo más apropiado es otorgar a las familias una baja paternal y maternal, por la cual dichos/as niños/as puedan estar con su familia y recibir unos buenos cuidados por parte de la misma.

No obstante, aun existiendo dichas bajas, seguirían haciendo falta las Escuelas Infantiles. ¿Por qué? Sencillo:

Porque aunque logremos la igualdad de derechos y obligaciones entre madres y padres en el caso de la mater/paternidad, lo cual traería beneficios a los niños y las niñas, seguiría habiendo ciertos problemas que hay que tener en cuenta, porque dan lugar a la desigualdad:

Seguiría habiendo familias más adineradas y familias menos adineradas, por lo que no todos/as los/as niños/as tendrían las mismas oportunidades a la hora de recibir estimulación y formación; seguiría habiendo niños/as que acabarían con ciertos problemas que sólo un/a profesional podría detectar y/o prevenir (Síndrome de Asperger, dislexia...); seguiría habiendo infantes en riesgo de exclusión social; infantes huérfano/as de padre, madre o de ambas partes, a quienes les haría falta alguna persona más que les cuidase; seguiría habiendo niños/as que conviviesen en familias con problemas (maltrato, etc); y muchos problemas más que pueden citarse.

Por ende, sin una Escuela Infantil pública, nos encontraríamos con que habría niños/as con menos ventajas que otros/as, que no podrían disponer de algún o alguna especialista que les ayudase a superar sus problemas, carencias, límites y retrasos de cualquier tipo.

¿Y en las Escuelas Infantiles puede contrapesarse esta desigualdad de oportunidades? Sí.

Hay que tener en cuenta que no es lo mismo una guardería que una Escuela Infantil. Las guarderías eran recintos que una persona cualquiera podía crear, en donde, como su nombre indica, se guardaban niños/as... y nada más. No persiguen ninguna finalidad. La Escuela Infantil va más lejos:  al contrario de lo que se dice desde el nuevo Ministerio de Educación español, que alude que la Educación Infantil “es una etapa con un componente educativo menor y un importante componente asistencial y de conciliación familiar y laboral" (1), lo cierto es que una escuela de Educación Infantil es un centro en el cual los niños y las niñas reciben una formación y una educación por parte de personas cualificadas en tal labor. Y, además de proporcionar una educación y una enseñanza (que debe ser de calidad), los/as Maesotros/as de Educación Infantil, han de prevenir y detectar problemas (psicomotores, psicológicos, sociales, etc). La Escuela Infantil, además de desarrollar las capacidades de los niños y las niñas, además de encargarse, junto a las familias, de su educación y aprendizaje, tiene como objetivo la prevención y detección de futuros problemas.

Por tanto, si eliminamos la Escuela Infantil pública, ¿qué hacemos con los niños y las niñas que la necesiten? Porque, claro, es muy bonito decir "que los padres y las madres cojan la baja por  paternidad y por maternidad y todo listo"; o "que las madres se queden en casa y así no habrá problemas" (como comentan algunos/as, que pretenden que las madres se queden en casa... y los padres a poner solo el espermatozoide); pero ahí sólo estamos viendo un lado: el lado en el que la familia está formanda por una serie de personas maravillosas, que conviven en un entorno bello, y tienen un nivel socio-económico y afectivo fantásticos.

Lo que tenemos que hacer es ver el conjunto de las situaciones y tener en cuenta todas las circunstancias. No todas las familias poseen en mismo poder adquisitivo, ni conviven en unas circunstancias cien por cien óptimas para los niños y las niñas.

Eliminar la Escuela Infantil supondría un retraso en toda regla: supondría dar más posibilidades a los niños y las niñas procedentes de familias más adineradas, así como la obligación de todas las mujeres a volver al hogar. Eliminar la Escuela Infantil, así como la Escuela Pública, supondría, a corto y medio plazo, llevar a la desigualdad a quienes padezcan su carencia; y a largo plazo, un grave problema para la nación, en tanto que daría lugar a que hubiese un mayor número de personas analfabetas y pobres (al fin y al cabo, si realmente la Educación fuese una estupidez, los diferentes bandos ideológicos que han surgido a lo largo de la sociedad, no hubiesen gastado tantas energías en controlarla).

Tal y como explicó Antonio Cabrales en el Primer Seminario sobre Educación y Políticas Educativas en España (2):

- La intervención en las edades tempranas es crucial para solucionar cualquier tipo de problemas sociales. Los niños y las niñas que crecen en un ambiente desfavorecido y en pobreza suelen tener pocas habilidades, lo que genera muchos problemas en todo su ciclo de vida.

- La familia y la calidad del entorno familiar condicionan, en mayor parte, las habilidades cognitivas y no-cognitivas. Diferentes estudios demuestran que lo que los niños y las niñas traen con ellos/as en las escuelas es muy importante; es decir, las escuelas son importantes, pero la familia es aún más importante.


- El entorno familiar determina el desarrollo del niño o la niña (por ejemplo, los/as niños/as entran en las escuelas con grandes diferencias en cuanto al número de palabras que componen su vocabulario, que depende del nivel de educación de los padres y las madres).

- La medida más adecuada del grado de pobreza de un niño o una niña es, a parte de la renta, el nivel de educación de los padres y la calidad del entorno donde está creciendo.

- La intervención en edades tempranas tiene unas consecuencias mucho más importantes que la intervención en edades más tardías, como por ejemplo reducir el ratio alumno/a-profesor/a, formación profesional, programas de alfabetización de personas adultas, programas en el mercado laboral. Todas estas políticas tardías tienen muy pocos rendimiento y a veces incluso negativos. Suelen tener rendimientos positivos e importantes en el caso de individuos con habilidades, pero tienen pocos rendimientos en el caso de  individuos con pocas habilidades.

- El mayor efecto de los programas de intervención en las edades tempranas no es sobre las habilidades cognitivas, como por ejemplo el Cociente Intelectual, sino sobre las habilidades no-cognitivas: la motivación, el aprendizaje, el buen comportamiento y el éxito.

- Las intervenciones tempranas producen rendimientos que se propagan en toda la vida del individuo, por tanto los recursos disponibles deberían gastarse en intervención en los primeros años de la vida de los individuos (la etapa 0-3 años y luego la etapa preescolar 4-6 años), cuando los rendimientos son los más grandes.

 http://www.fedeablogs.net/economia/wp-content/uploads/grafico_Heckman.jpg(3)

(En esta imagen se representa cómo debería ser el nivel de inversión en educación: en las primeras edades debería invertirse más, lo cual reduciría la inversión necesaria posteriormente. A modo de ejemplo, comentaré que si las escuelas enseñasen correctamente la lengua inglesa en las primeras edades, no sería necesario posteriormente invertir ni en Maestros/as de Inglés, ni en Escuelas y Academias de Idiomas para inglés, dado que los niños y las niñas ya conocerían a la perfección tal idioma).

- Los déficits en habilidades que se deben al entorno familiar de un individuo en los primeros años de su ciclo de vida producen desigualdad. Las políticas sociales deberían estar dirigidas hacia los años maleables del ciclo de vida de una persona si lo que se quiere es reducir la desigualdad y promover la productividad a través de personas efectivas.

Por consiguiente, tal y como podemos observar, las escuelas de Educación Infantil no son una tontería. Son centros con una importante labor educativa, formativa, diagnóstica y preventiva, que facilita el desarrollo integral de niños y niñas, además de contribuir en el fomento de la igualdad social. Y eliminarlas traería consigo graves consecuencias para las mujeres y los/as niños/as en particular, y para la sociedad en general.


Fuentes:

(1)- http://www.europapress.es/castilla-lamancha/noticia-educacion-elimina-mayoria-programas-cooperacion-territorial-20120404143653.html

(2)- http://www.ortegaygasset.edu/fog/ver/455/seminarios/seminario-sobre-educacion-y-politicas-educativas-en-espana

(3) http://www.fedeablogs.net/economia/wp-content/uploads/grafico_Heckman.jpg


Los tres incluidos en el siguiente texto que recomiendo leer: http://www.fedeablogs.net/economia/?p=21425

jueves, 3 de mayo de 2012

¿Cómo serán, en el futuro, las aulas de los centros educativos españoles?

¿Cómo serán, en el futuro, las aulas de los centros educativos españoles, con la reducción de docentes y el aumento de alumnos/as por clase? Así:




Sobran las palabras.
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