martes, 20 de marzo de 2012

¿Conoces alguna mujer que haya pasado a la historia?

Cuando hablas con masculinistas/machistas acerca del sexismo en los manuales escolares y en la escuela, muchos te dicen que si estos no reflejan mujeres escritoras, filósofas, matemáticas, científicas... es porque no las hay.

¿Qué os parece si entre todos y todas hacemos una lista de mujeres que han pasado a la historia a través de sus logros, y así cada vez que un machista/masculinista nos diga que la genialidad es masculina, podamos presentarle una buena lista de mujeres que han pasado a la historia?

Yo empiezo exponiendo unas pocas, y a medida que reciba comentarios, iré agregando las que me mandéis. Cuantas más personas aporten, más larga será la lista.

¿Te animas?

Diotima de Mantinea, filósofa que enseñó algunas ideas al filófofo Sócrates. Hiparquía de Tracia, filósofa. Hipatia de Alejandría, filósofa, maestra, matemática y astrónoma; aconsejó a Sinesio en la construcción de un abstrolabio y un hidroscopio. Emilia Pardo Bazán, escritora. Concepción Arenal, Licenciada en Derecho (entrando en la Universidad vestida de varón, ya que en su época la educación estaba vedada a las mujeres) y escritora. Mary Shelley, escritora de obras como Frankenstein o el moderno Prometeo. Marie Curie, física y química; la única persona que ha obtenido dos Premios Nobel. María Montessori, pedagoga, Licenciada en Medicina y psiquiatra, impulsó un nuevo modelo de pedagogía paidocentrista, basado en el naturalismo, la libertad y la iniciativa de los niños y las niñas. Simone de Beauvoir, filósofa y escritora de obras como El segundo sexo. Judit Polgar, es, entre las mujeres, la mejor jugadora de ajedrez que se ha conocido, y en la categoría mixta se encuentra entre los primeros puestos. Lynn Margulis, bióloga; enunció la teoría endosimbiótica. Cecilia Böhl de Faber y Larrea, escritora. Nannerl Mozart, música. Margaret Mead, socióloga y escritora de obras como Adolescencia, sexo y cultura en Samoa y Sexo y temperamento en tres sociedades primitivas. Cleopatra VII, faraona del Antiguo Egipto. Juana de Arco, lideró al ejército francés en para expulsar a los ingleses. Isabel la Católica, Reina de Castilla. Ada Lovelace, programadora. Jane Goodall, naturalista y primatóloga. Lise Meitner, era física y descubrió el protactinio. Sophie Germain, matemática que hizo importantes aportaciones a la teoría de los números y a la teoría de la elasticidad. Amelia Earhart, pionera de la aviación; al intentar ser la primera mujer en dar la vuelta al mundo, su avión desapareció y no fue encontrado. Artemisia Gentileschi, pintora. Enyd Blyton, autora de las sagas "Los Cinco" y "Los 7 secretos". Ana María Matute, escritora. Barbara Park, autora de Junie B. Jones. J.K.Rowling, autora de Harry Potter. Harriet Beecher Stowe, escritora norteamericana que escribió La cabaña del tío Tom, novela que se publicó en 1852. Jean M. Auel, escribió la saga de Los Hijos de la Tierra.

Nota:

Misteriosa nos ha pasado un blog en el que podemos encontrar a muchas mujeres que han pasado a la historia:

http://grandesmujeresenlahistoria.blogspot.com.es/

Gracias.

miércoles, 14 de marzo de 2012

Adultocentrismo en el cine.

Como ya he explicado otras veces, el sexismo no es el único resultado del patriarcado occidental. El adultocentrismo, idea de que las personas adultas son superiores a las más jóvenes, también lo es.

Ayer en clase una profesora nos puso la película El estudiante, una película mexicana que habla sobre la educación de personas mayores. Trata de un hombre anciano que se mete a estudiar a la Universidad y muestra su relación con los y las jóvenes, su forma de pensar, hace un comparación entre su época y la de mi generación, etc.

Pues bien, el caso es que esta película, al igual que otras que he visto últimamente, está llena de tópicos adultocentristas. No sé si es porque está de moda entre periodistas y cineastas, pero está claro que se han propuesto mostrarnos a los y las jóvenes como seres irracionales que nos pasamos la vida orinando en las puertas de las casas y que nos encanta, a todos y todas sin excepción, quemar papeleras y romper los bancos de los parques, mientras expulsamos alcohol por las orejas y destilamos un intenso olor a porro.

De hecho, cada vez que quieren denigrar una manifestación o un movimiento, aunque haya personas de todos los colores y de todas las edades, lo primero que hacen es mostrar a jóvenes y decir que "sólo son universitarios y universitarias" (perdón, universitarios solamente, que las mujeres no existen...). 

Y es que es bien sabido que los y las estudiantes de las diferentes Universidades españolas, nunca, nunca, nunca, estudiamos. No. Realmente las Universidades no son centros de formación de personas para un trabajo, sino que son asentamientos militares en donde tenemos escondida una guillotina gigante y en donde trabajamos (perdón, rectifico: en donde nos tocamos los huevos/ovarios) en la creación de cócteles molotov y en el diseño de planes maquiavélicos orientados a la quema del país entero.

Bueno, el caso es que la película de la que hablo estaba henchida de tópicos adultocentristas. Uno tras otro. Tópico va y tópico viene.  Y algunos son los siguientes:

1- Los y las jóvenes somos seres satánicos que carecemos de respeto alguno.

2- Los y las jóvenes no sabemos amar. Sólo las personas adultas saben tener un amor durarero y eterno, basado en el respeto y el cariño. 

3- Las mujeres jóvenes son todas unas irresponsables que no saben tomar precauciones a la hora de tener relaciones sexuales. Por ende, siempre, ¡siempre!, acaban embarazadas (y esto aun cuando las estadísticas muestran que son las mujeres jóvenes quienes más métodos anticonceptivos usan y también quienes tienen una menor tasa de abortos. Por supuesto hablo sólo de la responsabilidad de las mujeres a la hora de tomar precauciones en sus relaciones sexuales, porque es a ellas a quienes la sociedad atribuye dicha responsabilidad. Parece ser que a los varones nos arde la mano si tocamos un preservativo...).

4- A todos, todos, todos los jóvenes y a todas, todas, todas las jóvenes nos encanta la música tecnológica, tomar drogas y beber alcohol hasta tener un coma etílico.

5- Siempre son las personas adultas las que saben más, las que comprenden mejor y las que enseñan a las personas jóvenes. No es posible que una persona joven pueda enseñarle algo a otra adulta, o comprender algo antes que ésta (de hecho, hay gente adulta que dice sorprenderse, por ejemplo, cuando encuentra a una persona joven que es capaz de ver sexismo, o cuando le ganas en una partida de ajedrez. ¡Como si el hecho de ser jóvenes redujese nuestro Cociente Intelectual a 1!).

6- El modelo de amor romántico que llevaban a cabo nuestros abuelos y nuestras abuelas es el bueno y el correcto. Para que un chico pueda salir con una chica (por supuesto, de homosexualidad ni hablemos), éste ha de arrodillarse ante ella, pedirle la mano, mandarle un grupo de músicos a tocar bajo el balcón de su casa... y no tocarla hasta después del matrimonio.

7- Si hoy día muchos y muchas jóvenes no llevamos a cabo las acciones descritas en el punto anterior... ¡es porque hemos perdido la decencia!

8- Los y las jóvenes sólo, ¡sólo!, pensamos en el sexo. Y si somos varones... nuestra única meta actual es la de hacer el amor con una mujer y dejarla tirada al día siguiente (ah, es verdad, que hoy en día los y las jóvenes no hacemos el amor... porque a todos los varones jóvenes sólo nos gusta denigrar a las mujeres como hacen en las películas pornográficas, o "echar polvos" en la calle, delante de niños y niñas jugando a la pelota...).

9- Todas las personas jóvenes somos incultas. Nuestra generación es una generación ignorante. No sabemos nada, y nunca, nunca, nunca abrimos un libro. El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha es un libro que jamás será abierto por un o una joven por gusto propio. Sólo lo hará si un profesor o una profesora le obliga a hacerlo.

En resumidas cuentas: que se da una imagen de nosotros/as fantástica. ¿Verdad?

Nota:

No, no me quejo de esto porque quiera negar la existencia de jóvenes que destrozan parques y que están metidos/as en la droga y en el alcohol. Lo que me molesta es la generalización, la visión generalizada y denigrante que se da de nosotros/as, y el hecho de que se muestra que estas cosas sólo pasan entre jóvenes. Porque "las personas adultas nunca, nunca, nunca se emborrachan, ni faltan al respeto, si se cuelan en la fila del cine, ni roban, ni hacen nada malo". 

lunes, 5 de marzo de 2012

El ser humano: ni bueno ni malo por naturaleza.

Se entiende por naturaleza todo aquello referente al universo físico, al mundo natural. Más en concreto, se clasifica como natural todo aquello en lo que no ha intervenido la mano del ser humano.

Por tanto, para poder hablar de "la naturaleza humana", habríamos de remontarnos a aquellos tiempos en los cuales el ser humano era todavía un animal carente de lenguaje, cultura, educación... y en definitiva, carente de todo lo artificial.


A partir de la imagen del ser humano en aquellos tiempos, o de un/a niño/a que haya sido criado/a por otra especie animal diferente a la nuestra, es cuando podemos hacernos la pregunta: ¿es el ser humano bueno o malo por naturaleza?

La respuesta a esta pregunta es importante, puesto que, en función de la misma, así orientaremos nuestro modelo educativo y social.

Para personas como Thomas Hobbes, mediante la expresión Homo homini lupus (el hombre es un lobo para el hombre), nos habla en su obra Leviatán de un ser humano malo y egoísta por naturaleza (por cierto, esta expresión no le pertenece a él, sino a Plauto, quien escribió Asinaria).

Por lo tanto, si el hombre es un lobo para el hombre, la sociedad y la educación han de ser represivas y severas. De hecho, para el señor Hobbes, los seres humanos deben ceder su poder, sus derechos fundamentales y su capacidad de decisión a un ente superior que garantice por cualquier medio la paz y la productividad económica, ejerciéndose el uso de la violencia física, si es necesario (“La autoridad sin el respaldo de la espada no vale nada”, decía).

Por contra, para autores/as como Jean Jacques Rousseau, el ser humano es bueno e inocente por naturaleza, pero la sociedad le corrompe. En su libro El contrato social, Rousseau habla de "el buen salvaje”, concepto que utilizaba para referirse al hombre natural, que vive feliz hasta que aparecen el egoísmo, el ansia de riqueza y la propiedad, con la sociedad y la injusticia.

Por tanto, la educación, desde este punto de vista, es imprescindible para lograr un nuevo estado social del ser humano, “un nuevo hombre para una nueva sociedad”, y así evitar que los niños  y las niñas pierdan la inocencia y bondad natural con la que nacen.

Ahora bien, yo no estoy de acuerdo ni con una postura ni con la otra. Para mí, el ser humano no es bueno ni malo por naturaleza; simplemente, porque por naturaleza no existen ni el bien ni el mal. Lo bueno y lo malo es una construcción humana surgida con la cultura, que varía en función de cada cultura, cada pueblo, cada religión, cada persona.

El Génesis bíblico me parece, como metáfora, un buen ejemplo. El ser humano no conocía el bien y el mal hasta que Adán y Eva comieron del Árbol de la Ciencia (cultura), conocieron y abrieron los ojos. Hasta antes de eso, nada sabían de lo bueno y de lo malo.

Y una persona que  no sabe discernir entre el bien y el mal, no puede ser calificada como buena o mala.

Tal y como dice Fernando Savater en su libro Ética para Amador:

"No hay animales malos ni buenos en la naturaleza, aunque quizá la mosca considere mala a la araña que tiende su trampa y se la come. Pero es que una araña no lo puede remediar...

Voy a contarte un caso dramático. Ya conoces a las termitas, esas hormigas blancas que en África levantan impresionantes hormigueros de varios metros de alto y duros como la piedra. Dado que el cuerpo de las termitas es blando, por carecer de la coraza quitinosa que protege a otros insectos, el hormiguero les sirve de caparazón colectivo contra ciertas hormigas enemigas, mejor armadas que ellas. Pero a veces uno de esos hormigueros se derrumba, por culpa de una riada o de un elefante (a los elefantes les gusta rascarse los flancos contra los termiteros, qué le vamos a hacer). En seguida, las termitas-obrero se ponen a trabajar para reconstruir su dañada fortaleza, a toda prisa. Y las grandes hormigas enemigas se lanzan al asalto. Las termitas-soldado salen a defender a su tribu e intentan detener a las enemigas. Como ni por tamaño ni por armamento pueden competir con ellas, se cuelgan de las asaltantes intentando frenar todo lo posible su marcha, mientras las feroces mandíbulas de sus asaltantes las van despedazando. Las obreras trabajan con toda celeridad y se ocupan de cerrar otra vez el termitero derruido... pero lo cierran dejando fuera a las pobres y heroicas termitas-soldado, que sacrifican sus vidas por la seguridad de las demás. ¿No merecen acaso una medalla, por lo menos? ¿No es justo decir que son valientes?

Cambio de escenario, pero no de tema. En la Ilíada, Homero cuenta la historia de Héctor, el mejor guerrero de Troya, que espera a pie firme fuera de las murallas de su ciudad a Aquiles, el enfurecido campeón de los aqueos, aun sabiendo que éste es más fuerte que él y que probablemente va a matarle. Lo hace por cumplir su deber, que consiste en defender a su familia y a sus conciudadanos del terrible asaltante. Nadie duda de que Héctor es un héroe, un auténtico valiente. Pero ¿es Héctor heroico y valiente del mismo modo que las termitas-soldado, cuya gesta millones de veces repetida ningún Homero se ha molestado en contar? ¿No hace Héctor, a fin de cuentas, lo mismo que cualquiera de las termitas anónimas? ¿Por qué nos parece su valor más auténtico y más difícil que el de los insectos? ¿Cuál es la diferencia entre un caso y otro?


Sencillamente, la diferencia estriba en que las termitas-soldado luchan y mueren porque tienen que hacerlo, sin poderlo remediar (como la araña que se come a la mosca). Héctor, en cambio, sale a enfrentarse con Aquiles porque quiere. Las termitas-soldado no pueden desertar, ni rebelarse, ni remolonear para que otras vayan en su lugar: están programadas necesariamente por la naturaleza para cumplir su heroica misión. El caso de Héctor es distinto. Podría decir que está enfermo o que no le da la gana enfrentarse a alguien más fuerte que él. Quizá sus conciudadanos le llamasen cobarde y le tuviesen por un caradura o quizá le preguntasen qué otro plan se le ocurre para frenar a Aquiles, pero es indudable que tiene la posibilidad de negarse a ser héroe. Por mucha presión que los demás ejerzan sobre él, siempre podría escaparse de lo que se supone que debe hacer: no está programado para ser héroe, ningún hombre lo está. De ahí que tenga mérito su gesto y que Homero cuente su historia con épica emoción. A diferencia de las termitas, decimos que Héctor es libre y por eso admiramos su valor" (1).

Un animal actúa como actúa porque no tiene más remedio. Cuando un perro araña los muebles de la casa de su dueño/a en vez de estar quietecito, se suele decir que ese animal es malo. Ahora bien, si ese perro ayuda al cuerpo de policía a detectar personas enterradas bajo los escompros de un edificio, se le clasifica como bueno. No obstante, dado que no pueden elegir libremente, ni nadie les ha enseñado a diferenciar si es bueno o malo morder a la niña que está jugando a la pelota en el parque de enfrente, no puede ser clasificado ni como bueno, ni como malo, ni como valiente, etc. Ni siquiera puede decirse que es libre de decidir, ya que  hace lo que tiene que hacer.

El ser humano, de forma natural, nace igual que ese perro, o que las termitas-soldado que describe Fernando Savater. Y por ende, tampoco las personas son buenas o malas por naturaleza. Su libertad y su bondad o maldad llegan después, conforme a su educación, su cultura, la vida que vive, etc.

Por este motivo, bajo mi punto de vista el modelo educativo y social no deben estar inclinados en función de "la naturaleza humana", sino en base a lograr una serie de valores y de actitudes que nos beneficie al conjunto de la población, y a la consecución de la libertad.

Y si alguien me preguntase qué es para mí el ser humano, responderé con la frase del filósofo y pedagogo Immanuel Kant:

"Tan sólo por la educación el hombre puede llegar a ser hombre. El hombre no es más que lo que la educación hace de él".
Fuente:

 (1) - Savater, F. (2004). Ética para Amador. Ariel: Barcelona.
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