viernes, 29 de abril de 2011

Alumno mío.

Dedicado a mis niños/as:

Inocencia, amor, hermosura; alma pura que trajo al mundo Natura. Pequeño y a la vez gran ser de seres. Criatura que al alba en el aula iluminas mi corazón, desplegando todas las alegres emociones que contiene mi esencia, removiéndose en lo más hondo de mis entrañas, cual mariposas aleteando libremente en el viento. Armonioso colorido de sensaciones que enmarañan una red plagada de misterio, ternura e infinita felicidad. Tu voz llega a mis oídos como un bello cántico celestial; como la más linda de las músicas que se pudiesen construir jamás en la vida; como el mejor de los versos escritos. Tus abrazos son un pequeño brote de calor que roza mi alma como la más dulce y delicada de las caricias. Tus besos tocan mis mejillas sin pudor, apartándome del dolor y la amargura de este mundo, y llevándome a un nuevo universo plagado de las más tiernas y bellas sensaciones. ¡Qué maravilloso es lo que me transmites, alumno mío!

Frágil conexión puede ser al principio la del maestro y su pupilo; pero más adelante la unión se hace fuerte y se convierte en duro acero reforzado con sonrisas, miradas y amor. Conexión sin limites, ni lazos, ni cadenas, fortalecida día a día al compartir nuestros mundos, nuestras ideas, nuestros conocimientos, nuestras reflexiones, nuestros sentimientos, nuestro tiempo, nuestros sueños..., y en definitiva, nuestra corta y finita existencia. ¡Qué reconfortante es permanecer contigo, alumno mío!

Pero tu partida no puede importar ahora. No importa adónde vayas, cuánto te quedes, cuan corto pueda ser nuestro encuentro en el camino de la vida. Los segundos serán horas; las horas, semanas; las semanas, meses y años. Años de inmensa y cordial gratitud a quien te trajo a mí. Porque, ¿qué soy yo sin ti? ¿Qué sería de mi lección si tú no existieses? ¿Con quién compartiría mi visión del mundo? ¿Con quién viajaría en este entramado de sueños aún por concebir? Con nadie. Sin ti yo no existiría. Sin ti mi mundo cae roto en un millón de pedazos, que yacen yertos en el suelo y sin vida. Sin ti mi palabra queda muda y mi espíritu vacío. ¡Qué grande es mi dicha al saber que existes, alumno mío!

"Quédate a mi lado y no te marches", querrá pedir mi corazón a gritos. Pero no puedo pronunciar esa frase. Debe ser tabú. Debe estar prohibida. Tú has de partir para poder crecer libre. Debes buscar un sitio en el mundo y llegar a ser lo que anhelas, y no lo que otras personas esperan de ti. Debemos romper la conexión que por un tiempo nos mantuvo unidos para que tú fluyas en la vida como lo hace el agua de la lluvia: desprendiéndose de la nube que guió su trayecto; uniéndose a la Tierra para recorrer la senda que le preparó Natura; surcando las montañas, los valles y los ríos, hasta llegar al mar, el fin del camino. No obstante, ¡qué extasiado me siento de saber que crecerás llevando parte de mi alma, alumno mío!

Pero, por favor, acuérdate siempre de esto:  cuando seas grande, cuando seas viento, cuando seas río, recuerda el potencial y la vida que llevas en tu interior, y no olvides que un día compartimos nuestros sueños, nuestras ilusiones, nuestras sonrisas, nuestros mundos, nuestro camino. No olvides que un día nuestras ánimas estuvieron juntas; no olvides que siempre te llevaré en mis recuerdos... ¡Que siempre te amaré, alumno mío!

jueves, 28 de abril de 2011

Un gran nivel a un alto precio.

Abro el Informe PISA 2010 (Programme for International Student Assessment). Corea del Sur se encuentra en los primeros puestos (por detrás de China y Finlandia). Pero, ¿merece la pena? Veamos:

En los sesenta, la riqueza media de Corea del Sur era comparable a la de Afganistán. Pero para finales de los ochenta, uno de cada tres surcoreanos que finalizaba el colegio proseguía estudios superiores. 

Casi la totalidad de los surcoreanos (el 98%) de 24 a 34 años ha finalizado la educación secundaria, mientras que entre sus compatriotas 20 años mayores, la cifra es del 55%, según datos de la OCDE.

Aunque Corea del Sur invierte mucho en educación, gran parte proviene de las familias. El gasto en educación pública por estudiante es inferior a la media de los países de la OCDE, según el informe Panorama de la educación. 

Parte del éxito del sistema se debe a la calidad de los profesores, que son contratados entre los mejores de cada promoción. Pero, sobre todo, se debe, según algunos especialistas, a las largas jornadas escolares. Los niños y las niñas van a clase hasta once horas al día, y luego, presionados/as por sus familias, tienen que dedicar más horas en casa o en academias a los libros. De hecho, no es raro que estudiantes previos a la entrada en la Universidad regresen a su casa a medianoche a causa de sus estudios.

Gran parte de los/as discentes acude a academias privadas tras el colegio para mejorar sus resultados académicos, pues en la sociedad surcoreana si un/a joven no va a una buena universidad lo más normal es que no encuentre trabajo.

El precio a pagar de los/as chicos/as por el éxito del sistema es, a mi parecer, muy alto. Su nivel de estrés es el mayor de la OCDE, y son los/as menos felices.

Los niños y las niñas estudian 49,4 horas a la semana, frente a una media en los diferentes países de 33,9 horas, y su índice de felicidad es de 65,1 respecto a un valor medio de 100. Tienen poco tiempo para jugar y dormir; y según un informe hecho público en agosto del 2009 por el Ministerio de Educación surcoreano, solo uno/a de cada dos niños/as dice ser feliz y uno de cada seis dice sentirse solo/a.

Como resultados encontramos un elevado índice de suicidios entre los estudiantes de Primaria, Secundaria y Bachillerato, llegando a 200 en el 2009 (el índice de suicidios se elevó del 2008 al 2009 un 47%); en parte ocasionados por no haber logrado las calificaciones necesarias.

En cuanto al coste, la Educación Primaria es gratuita, pero a partir de ahí no, lo cual conlleva a una gran presión financiera en las familias.

También existe descontento entre los/as profesores/as, a pesar de estar bien pagados/as. Dicen que se sienten infravalorados/as y que las clases están masificadas, además de que sus estudiantes están a menudo agotados/as. 

Su sistema es caracterizado por la memorización, el aprendizaje orientado a los hechos, la enseñanza autoriatista y una falta de énfasis en la creatividad.

Entonces, viendo esto, me pregunto: ¿Merece la pena lograr un alto nivel educativo si el precio a pagar es la infelicidad de la ciudadanía? Para mí la respuesta es clara: no. Antes que un/a alumno/a mío/a saque un 10, prefiero que esté sano/a y que sea feliz. La salud, para mí, es lo primero. Considero apropiado, en todo caso, hallar un equilibrio en el que se compaginen adecuadamente rendimiento académico y un buen nivel de vida. Y si es posible, en el mejor de los casos, que ambas partes (rendimiento y felicidad) lleguen a la cima; sin que la consecución de una suponga la carencia de la otra.

Fuente: 

Informe PISA 2009. (En este enlace, del Ministerio de Educación y Ciencia,  podrá descargar el Informe).
- Artículo de El País: Paradoja escolar en Corea del Sur, por José Rinoso.

domingo, 24 de abril de 2011

¡Basta de adultocentrismo!

Toco mucho el tema del sexismo, pues creo que es, entre otros muchos, uno de los puntos principales que hay que solventar para conseguir una verdadera educación y crianza justas y equitativas. Porque, aunque consigamos la inclusión de personas discapacitadas en nuestro sistema, aunque consigamos la integración de personas extranjeras, aunque consigamos la igualdad de oportunidades entre todos los educandos procedentes de familias con diferentes estatus sociales, etc, mientras exista el sexismo, que diferencia a niños y niñas, a hombres y mujeres, les enmarca en una posición fija y no les permite la verdadera libertad de ser lo que ellos/as realmente quieren y son, no habrá verdadera igualdad.

Mas hoy quiero hablar de otro sistema del cual poco se habla. Quiero abrir los ojos contra otro sistema que da prioridad no de un sexo sobre otro, sino de las personas pertenecientes a una edad más adulta contra los seres más pequeños, los niños y las niñas, y los/as adolescentes y jóvenes. Y este sistema se denomina adultocentrismo.

En la tradición occidental la violencia contra los/as jóvenes y la infancia ha sido constante. La dominación de los varones adultos contra las mujeres y los/as jóvenes está testimoniada en textos filosóficos, artísticos, legislativos y hasta mitológicos. 

Ya Platón hablaba del niño como "una bestia a la que hay que domar", en vez de como un ser humano a quien hay que cuidar, amar y respetar. Y pocas personas ilustradas se atrevieron a formular expresiones de humildad hacia el infante, como Jesús de Nazaret, quien dijo "Para entrar en el Reino de los Cielos hay que ser como un niño" o "Dejad que los niños se acerquen a mí", en vez de echarlos a patadas.


En la historia, los y las jóvenes han sido víctimas de violencia sin límite. Han sido la carne de cañón de los ejércitos, todas las prohibiciones se les han aplicado y siempre se les considera descarriados/as por ser "rebeldes". Es la cultura de los machos adultos y viejos tratando de no perder el control a manos de los/as jóvenes. Incluso sigue extendida la idea de que educar es sobre todo un ejercicio de domesticación mediante la violencia física, emocional y psicológica.

Fíjense cuál es mecanismo de crianza de los/as bebés: una mecánica basada en la exclusiva comodidad de quienes les cuidan, aunque esto suponga que el/la bebé deba fastidiarse.

Dejarle llorar, "que si no se va a malcriar"; no dejar que se nos acerque mucho, "no sea que te coja cariño y tengas que andar pendiente de él/ella"; comprarle una máquina que lo acune cuando llore, porque "así podremos no tener que levantarnos del sofá", o darle una bofetada a un niño o una niña cuando se porte mal, pero luego ir enseñándoles que no hay que golpear a la gente, o ver exclusivamente con malos ojos cuando una persona adulta pega a otra también adulta; son ideas fundadas en el adultocentrismo.

Con esto dicho anteriormente no pretendo exponer que si una familia desea poner al bebé en una cuna en vez de practicar el colecho; si una familia emplea leche de fórmula en vez de leche natural (porque así lo precisa la situación); o que si la familia decide enviar a su hijo/a a una guardería, me parezcan malas personas que no aman a su hijo/a. En absoluto. Comentar eso es como argüir que una familia que vive en el campo quiere más que una familia que vive en la ciudad. Yo respeto otras prácticas pedagógicas siempre y cuando no lleven al maltrato infantil. No obstante, creo que hay una serie de pautas que son mejores que otras, que además son más humanas, y que, a menos que se demuestre que son perjudiciales, siempre seguiré y fomentaré.

Antes, en la escuela tradicional, lo importante era la figura del profesor y la profesora (sobre todo del profesor). Importaba qué decía, hacía, sentía y pensaba éste/a. No importaban las ideas del alumnado acerca de la materia tratada, ni sus emociones. Si el maestro o la maestra te pegaba, "es que algo malo habrás hecho" o "porque eres tonto/a". Y si sacabas malas calificaciones, nunca podía ser que tal vez el/la docente explicaba mal o precisabas ayuda de algún tipo, sino que siempre, siempre, "eres un/a vago/a y te vas a ir a trabajar inmediatamente" (desgraciadamente, como ya vimos en la entrada anterior "De un lado al otro...", hoy día las familias caen por lo general en el extremo opuesto: el problema radica siempre en el profesorado).

Hace tiempo, caminando por la calle, vi una especie de mecedora que funcionaba por sí misma. No se trataba de un artilugio que sostiene al bebé, tú te acercas y le acunas, dándote más facilidad para ello (aunque a mí me parece más apropiado coger al bebé en brazos, pues creo que da lugar a un vínculo más fuerte, así como una mejor maduración del sistema sensorial. Parece como si en nuestra sociedad el contacto físico fuese tabú...). No. Era algo peor (en mi opinión). Se trataba de un aparato que acunaba al bebé por sí solo, sin necesidad de que la familia mueva un dedo. Usted puede estar en el sofá viendo la televisión tranquilamente mientras su bebé es acunado por la máquina. (¿?).

¿Qué pretende la sociedad, que los/as bebés se cuiden solos/as? ¿Que salgan con título universitario y se independicen a los dos días? ¿Después qué harán, una máquina que saque a pasear al bebé, que le dé de comer y le lea cuentos? ¿Qué quieren hacer, que padres, madres e hijos/as dejen totalmente de tener contacto? ¡¡Por favor!!

Cierto es que la educación debe ser tal que lleve al individuo hacia la independencia. Pero independencia no es sinónimo de ausencia.

Al igual que usted, un infante tiene derecho y desea ser mimado/a, ser tocado/a, abrazado/a, acariciado/a, besado/a; que se le cuide; que se le atienda;  que se le proporcione un trato humano basado en el amor, el respeto y la libertad.

No comparto en absoluto esa mecánica de pensar "mi hijo/a es mío/a y hago con él/ella lo que me dé la gana" (bajo mi punto de vista, cada ser es de sí mismo/a antes que de otra persona). De este modo encontramos a padres y madres que primero, en la niñez, hacen agujeros a sus hijas para que lleves pendientes (digo "hijas" porque, según el sistema sexista, los hombres no han de llevar pendientes), y luego les prohíben que se hagan otro agujero porque quieren llevar piercing; deciden sus creencias, gustos y opiniones; e incluso llegan a decidir qué carrera universitaria deben estudiar (si es que, por el contrario, no llegan a decidir que deben dedicarse a trabajar porque estudiar les parece una idiotez).

Es lógico y completamente comprensible que en ciertas cosas y ocasiones no cuenten con su hijos/a. Por ejemplo, un infante no puede (al menos que yo sepa) discernir en qué Escuela Infantil o en qué colegio es mejor ingresar. Sin embargo, no comparto que en aquellas cosas no inmediatas o en las que los niños y las niñas, y los/as adolescentes y jóvenes, puedan elegir sin problema alguno (qué estudios cursar, qué creencias tener, qué deporte practicar...) también decidan los padres y las madres.  

Mas la cosa no acaba en la niñez. El adultocentrismo continúa incluso en la adolescencia y la juventud.

Soy totalmente consciente del desmadre y del despadre (me gusta utilizar también la palabra "despadrarse", porque desmadrarse significa estar sin madre; y considero que emplear solamente "desmadrar" produce un refuerzo inconsciente de que un/a niño/a solamente debe estar con la madre para estar bien criado/a. Emplearé mejor desparentarse, que incluye a ambos sexos), que tienen muchos/as adolescentes y jóvenes. Soy consciente de que falta mucho respeto, y de que los fines de semana hallamos muchas veces las calles llenas de colillas de tabaco, botellas de alcohol y otros restos de basura. Pero la visión que se da al mundo es solamente esa: una adolescencia y juventud desparentada, alocada, que hace lo que le da la gana en todo momento y no tienen respeto por nada ni por nadie.

Empero, en primer lugar, ¡no generalicemos! No todos/as somos así (digo somos porque tengo 22 años y todavía soy joven). Yo salgo de vez en cuando, pero jamás en mi vida he fumado, ni me he drogado, ni he bebido, ni me he orinado en los portales. Y cuando han anunciado conflictos los medios de comunicación, mi grupo de amigos/as, Kxll y yo estábamos en ese momento seguramente dando un paseo por algún parque, practicando algún deporte, viendo una película, estudiando... y otras cosas menos esas.

Y en segundo lugar, fíjense que se da la visión de que los conflictos siempre y solamente los causan la juventud. ¿Y qué ocurre con aquellos gobernantes que, en su adultez, formaron y forman dictaduras? ¿Qué ocurre con los/as dirigentes que originan guerras, como actualmente está haciendo Gadafi? ¿Qué ocurre con aquellos padres y aquellas madres que, reacios/as a un modelo educativo basado en la verdadera y plena igualdad y libertad, educan a sus hijos/as en el sexismo a más no poder, o de un modo extremadamente coercitivo, como ocurre entre las familias de China? ¿Qué ocurre con esas personas adultas que acuden al blog de una compañera a insultarla y amenazarla con violarla, o al mío anunciando que solamente soy un niñato a quienes las/os feministas han lavado el cerebro y que no tengo ni voz ni voto? ¿Acaso estas pesonas, adultas, no crean conflictos también, o no merecerían que se hiciese sobre ellas un reportaje mostrando su mala actitud?

No hace mucho tiempo, buscando información sobre este tema, por si existía alguien que opinase lo mismo que yo y hubiese abierto los ojos ante este sistema, encontré el siguiente texto, que, en mi humilde opinión, dice muchas verdades:

"Decidí soltar unas cuantas palabras para hablar de esos ataques “adultocentricos” que padecemos como jóvenes. Cuando hablo de adultocentrismo me refiero a la praxis de desacreditar o denigrar, por distintos medios, a la juventud por parte de personas adultas. No puedo si no lanzar mis piedras desde mi tribuna. Si los demás han sufrido este mismo mal desde su experiencia cotidiana, no estaría de más apiñar una lista de hechos.

El primer caso, y el más severo (desde mi perspectiva), el adultocentrismo en el mundo laboral. Este tipo de actitudes se reflejan de distintas maneras, primero los que creen que los y las jóvenes somos unos vagos, que no trabajamos o que no queremos trabajar. Estoy particularmente harto de escuchar esta historia, sobretodo cuando viene de adultos profesionales que vivieron la época de los setentas, cuando las personas se graduaban de las Universidades y era más sencillo encontrar un trabajo inmediatamente relacionado con lo que estaban estudiando. A que me refiero con esto, por ejemplo, una persona cercana a mí, una vez salida la universidad tenía su trabajo en la CCSS. Era como un hecho dado, y así fue para sus colegas. Otras personas que conozco inmediatamente aprovecharon las oportunidades del creciente desarrollo del Estado, o se beneficiaron de políticas y préstamos para pequeñas y medianas empresas. Porque cuando los adultos de hoy eran jóvenes profesionales, las cosas eran diferentes.

El segundo hecho es, la juventud “puede” tener salarios bajos, porque son jóvenes. Tremendo error, pero una realidad. Los y las jóvenes entre 15 y 24 años son el grupo de edad con los ingresos más bajos de toda la PEA(Baldares). Saber que piensan los adultos, pero las cosas cuestan lo mismo en el supermercado para alguien de 20, que para alguien de 50. Además, como jóvenes tenemos la esperanza de poder hacer vida, tener independencia, es decir, todas esas cosas para las cuales el único medio es el dinero (¿o hay algo que se puede hacer sin dinero hoy día?). Tenemos pensionados de 2 millones de colones al mes, con toda una vida hecha (muy merecidos) y jóvenes ganando un salario que no da ni para alquilar un cuarto. Hay que mejorar los salarios de los jóvenes; y no, no por que uno es joven, necesita menos dinero, todo cuesta igual, más cuando apenas se comienza a construir lo propio.

También está el adultocentrismo mental. Es decir, todo lo que los jóvenes dicen, piensan o hacen no vale. Entonces además de desacreditarlos, les hacemos la vida imposible. Esto se da sobretodo por mi deformación, la relación con la “academia”, y la gente dedicada a esta área. Tremenda desfachatez que los hace olvidarse que antes de ser Dr., o PhD, fueron Master, o Licenciados, Bachilleres, egresados, de Colegio, Escuela y etc. Nadie nació con su PhD bajo el brazo. Respetamos sus formas de pensar, pero tenemos derecho a tener las nuestras, y a diferir de las suyas. Tenemos derecho a criticar y a cuestionar a quienes están arriba. No por sus posiciones políticas, académicas, o sociales, tenemos que agachar la cabeza ante todo lo que hacen. Como si todo lo que dicen es “verdad”, como si su condición no les permitiera equivocarse, cosa que sucede más frecuentemente de lo que su ego les permite reconocer" (Fuente: malapraxis.org).

Asimismo, sé de casos de compañeros/as que en las oposiciones sacaron una calificación superior al 8, pero que se quedaron sin puesto de trabajo frente a adultos/as que, con un 5, accedieron al puesto, gracias al "enchufe" que disfrutan numerosas personas adultas (sé que también ciertos/as jóvenes), gracias a que le conocen en algunos lugares o centros. Y conozco también el caso de una amiga a quien acompañé al ambulatorio porque tenía un ataque de ansiedad y a la doctora lo mejor que se le ocurrió decir fue: "Lo tuyo es tontería. Cosa de la edad". No le hizo ni caso. ¡Vaya, ahora resulta que por ser joven no tienes derecho ni siquiera a que te atiendan en el hospital en buenas condiciones!

No deseo con esta entrada inducir al exclusivo paidocentrismo, llevándonos al extremo polo opuesto, de tal modo que las personas adultas se fastidien constantemente por los/as niños/as, adolescentes y jóvenes. No obstante, creo que ya es hora de que un/a infante sea visto/a como un ser humano que debe ser tratado como tal, y que demos paso a una sociedad más humana, donde, en cuestión de derechos, no veamos entre hombres y mujeres, entre niños/as y personas adultas, entre inmigrantes y personas pertenecientes a la propia nación; sino que, en su lugar, veamos a personas. Personas que merecen el mismo trato humano que cada uno/a de nosotros/as desearía recibir en todo momento.

miércoles, 20 de abril de 2011

De un lado al otro...

En numerosas ocasiones he escuchado decir a mi padre, mi madre y a otras personas adultas la expresión: "Si yo le contaba a mi padre o mi madre que el profesor me había pegado, me daban ellos otro guantazo".

Un poco bestia, ¿no? Pero aún más me sorprende la naturalidad con la que cuentan esto, como si fuese lo más normal del mundo. Se tiene esto tan asumido, que muchas familias incluso se asustan ante la idea de que el profesor o la profesora ya no puede (ni debería) levantar la mano a sus educandos.

Y es que, en aquellos tiempos, la objetividad faltaba bastante, y la subjetividad estaba encaminada siempre en beneficio del profesor o la profesora. "El maestro nunca se equivoca. Es quien manda y hay que obedecerle sin rechistar. Y si te pegan, es porque algo habrás hecho y te lo tienes bien merecido", debían pensar por aquel entonces.

Pero, sin ir más lejos, aunque en varios aspectos la educación ha mejorado, no podemos negar que hemos pasado... de un lado al otro.

La objetividad sigue faltando. Mas el punto subjetivo se ha ido al otro extremo: hacia el alumnado. Si hay un suspenso, un castigo, una falta... "es que el maestro o la maestra tiene manía al niño o la niña", se dice actualmente.

¡Vaya! De nuevo con las generalizaciones. Antes todos/as los/as profesores/as eran la crème de la crème, la autoridad y veracidad en persona, y hoy día esto lo son el conjunto del alumnado. No existe niño/a que cometa falta alguna, y no existe educador/a que no yerre constantemente, parece ser que piensan muchas de las familias actuales.

¿Por qué no mejor intentar establecer un diálogo escuela-familia más neutral y objetivo (sé que es difícil), y tratamos que dicha relación muestre en un principio un punto de imparcialidad, yendo con la idea de que la causa puede estar en el equipo docente, en el alumnado o en la propia familia?

Porque, ¿no podría ser más bien, como pienso yo, que en algunos casos el problema reside en la familia; en otros, en los educandos; en otros, en los/as docentes; y en otros (y pienso que en la mayoría de las ocasiones), en la sociedad en su conjunto?

No se trata de proteger siempre a los/as docentes ni siempre a los/as alumnos/as. Se trata de ser justos/as; de  buscar dónde se encuentra el problema y no ir con la idea preconcebida de que la culpa se encuentra en tal o cual punto.

Actuando de este modo, y fomentando el diálogo y la conexión entre la familia y la escuela, pienso que lograremos mejorar el sistema educativo sin necesidad de entrar en conflictos que para nada sirven, y con ello mejoraremos la vida y el futuro de los niños y las niñas.

domingo, 17 de abril de 2011

Los gestos "masculinos" y los gestos "femeninos" también son aprendidos.

Al nacer una criatura, lo primero que todos preguntamos es su sexo. En los primeros días de su vida, la diferencia puede parecer puramente anatómica; pero a medida que el niño crece, comienza a comportarse como varón o como mujer. Existe una controversia respecto a hasta qué punto ese comportamiento se debe a razones biológicas o se aprende. Algunas feministas insisten en que todas las diferencias de comportamiento son aprendidas y que, dejando de lado las obvias discrepancias fisiológicas, las mujeres y los hombres son iguales. Otras personas opinan que los hombres son hombres y que las mujeres son mujeres, y que por razones biológicas ambos sexos son, se comportan e incluso se mueven de manera totalmente distinta. Los especialistas en cinesis han aportado bastantes datos que parecen apoyar a las feministas.

Desde el momento en que nace un bebé, le hacemos saber de mil maneras sutiles y no verbales, que es un niño o una niña. La mayoría de las personas sostiene en brazos a las niñas y a los niños de forma diferente. En nuestra sociedad aun a muy tierna edad, los niños suelen estar sujetos a un trato más brusco. 

Cada vez que un niño actúa en la forma que concuerda con nuestras convicciones sobre cómo debe proceder un varón, reforzamos su comportamiento. Ese refuerzo puede ser algo tan sutil como la inflexión del tono de la voz o una fugaz expresión de aprobación en el rostro; también puede ser verbal y muy concreto (indulgentemente: <<Así deben hacer los niños…>>). Y naturalmente recompensamos a las niñas cuando muestran rasgos femeninos. Podremos no reñir a los niños por querer jugar a las muñecas, pero rara vez los alentamos a que lo hagan. Tal vez la total ausencia de respuesta –la falta de vibraciones positivas- le haga saber al niño que está haciendo algo que los varones no deben hacer.

Es cierto que en algún nivel subliminal también recompensamos o no recompensamos comportamientos más sutiles, ya que en determinado punto de su desarrollo los niños comienzan a moverse y desenvolverse como varones, y las niñas como mujeres. Esas maneras de moverse son más aprendidas que innatas y varían de una cultura a otra. Por citar sólo un ejemplo, los ademanes de muñecas sueltas, que para nosotros son femeninos, o en un hombre, afeminados, se consideran naturales en muchos países del Medio Oriente como manera de mover las manos hombres y mujeres.

Es muy poco lo que se sabe hasta ahora sobre cómo aprenden los niños los indicadores de sexo, o de la edad en que comienzan a hacer uso de ellos. Hay indicios de que en el Sur de los Estados Unidos los asimilan alrededor de los cuatro años y algo más tarde en el Noreste. Por lo tanto, parece que la edad en que se aprenden varía incluso entre las diferentes subculturas regionales.

[…]

En 1935, la antropóloga Mararet Mead señaló por primera vez en su libro Sex and Temperament in Three Primitive Societies (1) que muchos de nuestros supuestos sobre la masculinidad o femeneidad provienen de la cultura. Dentro de un perímetro de tan sólo cien millas, la doctora Mead encontró tres tribus muy diferentes: en una de ellas, ambos sexos eran bravíos y agresivos; en otra, ambos eran dulces y maternales, y en una tercera, eran los hombres los que eran chismosos, se rizaban el pelo e iban de compras, mientras que las mujeres eran enérgicas, prácticas y no se adornaban. La doctora Mead cree que efectivamente existen diferencias sexuales, pero que esas tendencias básicas pueden ser arrolladas por un aprendizaje. Señala que <<la cultura humana puede impartir patrones de conducta consecuentes o no consecuentes con el individuo>>.

El antropólogo Ray Birdwhistell se refiere a Sex and Temperament como <<uno de los trabajos más importantes que han hecho en antropología>>. Si no produjo cambios duraderos en nuestra manera de pensar acerca de lo que es femenino y masculino, dice, ha sido porque resultó demasiado alarmante para aquellas personas que creen –y la mayoría continúa haciéndolo- que los aspectos sexuales de la persona son todo cuestión de hormonas.

El profesor Birdwhistell es el padre de esta nueva ciencia llamada cinesis. Su trabajo sobre los indicadores de sexo ha demostrado que los movimientos corporales masculinos y femeninos no están programados por la biología sino por la cultura, y se aprenden en la niñez.

(1) Sexo y Temperamento en Tres Sociedades Primitivas (recomiendo este libro enfáticamente).

Fuente: Davis, Flora (2005). La comunicación no verbal. Madrid: Alianza editorial.

jueves, 14 de abril de 2011

Juego para mejorar la autoestima.

Hace poco, en la asignatura Psicología de la Educación, un grupo de clase hizo una exposición, e hicimos una dinámica, que en teoría está orientada a mejorar nuestra autoestima. 

El juego consiste en lo siguiente:

Hemos de imaginar que el planeta Tierra va a destruirse, y han construido una nave espacial en la cual transportarán a gente a otro planeta para salvarla. Ahora bien, no cualquier persona será elegida para salvarse. Solamente quienes tengan más cosas que puedan aportar a la humanidad serán elegidos/as. 

Así pues, les invito a participar y a hacer notar "que no necesitan abuela". Les animo a escribir un comentario enumerando qué cosas buenas tienen que podrían ser útiles y de este modo ser elegidos/as para salvarse.

A ver quién es capaz de escribir más cosas. ¿Se animan?

lunes, 11 de abril de 2011

Diez cuestiones acerca del sexismo en el juego.

El siguiente texto es una texto que nos ha dado un profesor a través del Campus Virtual. Espero que les sea de utilidad y de su agrado:

1. ¿Por qué forzar a las niñas a jugar con juguetes (que tradicionalmente se consideran de niños y viceversa)?

No se trata en ningún caso de imponer nada, ni de forzar a nada, ni a nadie y tampoco de prohibir. En realidad el problema estriba en considerar «espontáneo», «innato», «connatural» algo que es «aprendido», «educacional» y «cultural». Nuestros niños/as imitan pautas de conductas observadas en los mayores, asumen los roles vividos en sus casas, en el colegio y en la calle, y los reproducen fielmente. Del mismo modo interiorizan la valoración que estos roles adquieren en la sociedad. Lo importante es ofrecerles nuevos patrones y modelos de relación entre géneros.

No consiste tanto en que los niños deban jugar con muñecas y las niñas con coches, sino en superar la dualidad tradicional «esto es de niños» y «esto es de niñas», y permitir que los juguetes sean empleados por ambos sexos indistintamente; de hecho, si observamos la realidad, aunque tantos niños como niñas juegan con muñecos, es una necesidad. El que unos muñecos sean para niñas y otros para niños es culpa nuestra. Sería conveniente fomentar el deseo en las/os menores de romper barreras o cotos privados así como la curiosidad por lo desconocido, lo nuevo, lo no experimentado y comprobar vivencialmente lo atractivo que pueden resultar estas nuevas actividades.

2. ¿Qué pasa cuando a un niño que intenta jugar a las casitas o a las muñecas le discriminan y le llaman nena?
Cuando a un niño lo llaman «nena» nos tenemos que preocupar por el valor que tiene este insulto para él. Esta burla no tendrá tanta repercusión en un niño que observa que sus modelos referenciales, personas que admira (padre, hermano, un amigo, su profesor) realizan con gusto y satisfacción aquellas actividades por las que a él le llaman nena. Aunque la existencia de estos patrones es primordial, será necesario que además el niño tenga confianza en sí mismo y que reforcemos su auto-aprecio, su autonomía, etc. No olvidemos que la educación para una sociedad no-sexista exige una educación para la resolución de conflictos y esto podrá realizarse de forma positiva, creativa y constructiva en la medida que el niño tenga seguridad en sí mismo y en el medio que le rodea.

Aunque los patrones de comportamiento se buscan en personas del mismo sexo, esto no significa que educadores de otro sexo no puedan realizar una discriminación positiva hacia actitudes y comportamientos tradicionalmente clasificados como del «sexo contrario». Así será muy valiosa su aportación cuando resalten y ensalcen manifestaciones de ternura, de sensibilidad, de tacto, de preocupación por los compañeros y compañeras, etc. por parte de los niños. Fomentar nuevas capacidades psicológicas, manuales, físicas e intelectuales no sólo favorecerá la convivencia entre sexos, sino que además enriquecerá a las niñas y a los niños como personas.
3. Cambiar los juguetes antes de que cambie la sociedad, ¿no es empezar la casa por el tejado?
La realidad que vemos es que nuestra sociedad está en un proceso de cambio, y los juguetes presentan la sociedad de hace 20 años, pero no la de ahora. No es cierto que la mujer esté actualmente totalmente y siempre encerrada en casa y no tenga otra opción profesional. No es cierto que entre todos los hombres no cambien pañales o den de comer. No es cierto que la familia «normal» tenga padre y madre. Y cada día que pasa estas afirmaciones van a ser menos ciertas. El hecho de que los mass-media, la publicidad, los cuentos infantiles sigan dando una imagen del pasado es algo ante el que poco podemos hacer, tan sólo no comprar o no mirar. Pero de los juguetes que compramos somos totalmente responsables. ¿Los juguetes que regalamos a nuestras hijas/os son juguetes para el pasado, o son juguetes para el futuro?
4. Las niñas al integrarse en los juegos de «sólo para chicos» se sienten en inferioridad de condiciones: fuerza, agilidad... ¿No es esto más contraproducente, sobre todo para la autoestima, que el simplemente no jugar?

No es cierto que las niñas sean menos ágiles que los niños y es muy discutible que sean menos fuertes. Para saltar a la goma de hecho se necesitan habilidades complejas y diversas, tanto o más que para jugar al fútbol. Lo que sucede normalmente cuando una niña intenta jugar al fútbol por primera vez es que argumentarán que juega mal porque «es niña», por el contrario cuando un niño juega por primera vez, le dirán que es novato y patoso; contra ésto podrá luchar e intentar superarse, contra «ser niña» no se puede hacer nada, excepto ser conscientes de que eso no es ninguna limitación real para realizar cualquier tipo de actividad, sino un estereotipo cultural.

No debemos olvidar, no obstante, que si bien las niñas sufren las consecuencias de unos estereotipos que acortan y limitan sus potencialidades, los niños sufren las exigencias impuestas por la sociedad a los «machos», que en muchas ocasiones pueden ser asfixiantes y originar complejos.
5. Puesto que las niñas son las que generalmente se integran dentro de los juegos de los niños y no tanto al contrario, ¿cómo lograr que aparezca interés por parte de los niños hacia juegos considerados de niñas?
Es lógico que para las niñas sea más fácil jugar a juego de «niños» que al revés, ya que existe una actitud generalizada, inmersa en todos los aspectos culturales y sociales, de desvalorizar aquellas tareas, valores y capacidades asignadas a las mujeres. Tendremos que revisar nuestro papel como educadores/as, los valores explícitos e implícitos, y desde un análisis crítico trabajar para la consecución de un verdadero cambio de actitudes.

Aunque los mensajes de discriminación por sexo no dependen tan sólo de nosotros/as (existe multitud de emisires a los cuales son sensibles: familia, medios de comunicación, calle, escuela...) deberemos ir facilitando y potenciando que los juguetes y juegos no reproduzcan roles tradicionales discriminatorios y que puedan ser utilizados del mismo modo por niñas y niños.

Que esta potenciación comience muy pronto, y que todas las personas que intervienen en la educación de un niño/a sean coherentes con esto son las claves del éxito.
6. ¿Negar a los niños y niñas pistolas y juguetes bélicos no les puede frustrar y hacerles desearlos más?
¿Permitimos a nuestros hijos/as poner la mano en una estufa caliente o les dejamos fumar o consumir cocaína porque diciéndoles que no, les haríamos desearlos más? No. Porque nuestro trabajo como padres/madres y profesores/as es educar a nuestros niños/as en un espacio seguro, enseñándoles las normas en que creemos. Si aquí entra restringir los juguetes y las series bélicas, pues entra, simplemente decimos no y explicamos por qué. Sólo podemos desear que entiendan las «normas» que les enseñamos. No necesitamos hacer un drama sobre los juguetes bélicos que pueda convertirlos en un fruto prohibido. Simplemente les hacemos saber cómo nos sentimos y por qué.
7. ¿Si las niñas y niños no tienen pistolas no harán pistolas con sus dedos, palos, plátanos, etc.?
El mayor problema que tenemos al adquirir juguetes bélicos es que al comprarlos les estamos diciendo a los niños/as que nos parece bien que jueguen con ellos y por lo tanto que la guerra y la violencia nos parecen bien como soluciones a los problemas. Que los niños/as utilicen sus dedos como pistolas no quiere decir que haya que proporcionarles juguetes bélicos. No deseamos que nuestros hijas/os hagan gestos que simbolicen pistolas, pero no se lo impedimos a no ser que les lleve a pegarse.
8. ¿Los juguetes bélicos no proporcionan una catarsis para la agresividad de los niños/as?
Dar a los niños/as juguetes bélicos no les elimina la violencia; frecuentemente la crea o la aumenta. No hay que confundir violencia con agresividad, con vitalidad. Necesitamos darles canales para expresar su agresividad de formas útiles. Recomendamos a las personas que tienen niñas/os que juegan con juguetes bélicos que hagan este experimento. Jugad con vuestras niñas/os y sus amigos/as durante un rato con bloques, pelotas, puzzles, pinturas, etc. Tras un rato introducid pistolas, transformables, etc. y ved si cambian el juego y la conducta.
9. ¿Cómo canalizar la agresividad sin darles este tipo de salidas?
Hay muchas formas de permitir que un niño/a esté furioso o utilice su agresividad sin hacer daño o imaginar que hace daño a otros. Opino que la mejor forma es construir la autoestima del niño/a y felicitarle por la conducta positiva, yendo a las raíces de sus problemas e intentándole ayudar a utilizar el lenguaje, a cooperar y a desarrollar formas creativas de resolver los conflictos. Junto a esto, el juego físico ayuda a reducir la agresividad violenta y la tensión.

Hay bastantes libros que analizan estos problemas. Es importante comprender las etapas del desarrollo infantil para ayudarles a comprender su propia angustia y los cambios debidos al crecimiento.
10. ¿Cómo puedo ayudar a mi niña o niño a vencer las presiones de sus amigos/as para tener juguetes bélicos y ver series violentas?
Hay mucha presión de los compañeros/as para tener montones de juguetes. Es importante ayudar a los niños/as a tener un sentimiento de auto-valoración como cimiento de su personalidad.
Proporcionarles juguetes y experiencias alternativas que puedan compartir con sus amigas/os, y sobre todo hablar con ellos/as sobre sus sentimientos y los tuyos. Deberían comprender por qué no tienen ciertas cosas y que tener cosas no es una buena base para la amistad o la popularidad. Enséñales a pensar por sí mismos y comparte con ellos/as ejemplos de personas que han hecho esto a lo largo de la historia.

No es sólo la presión de los amigos/as, también está la presión de los/as publicistas. Puedes utilizar esto como una oportunidad para una lección de economía. Tus hijos/as deberían saber que la primera preocupación de los fabricantes de juguetes es el beneficio económico, no hacer buenos juguetes.

viernes, 8 de abril de 2011

Pediculosis.

La pediculosis, vulgarmente llamada “piojos”, son pequeños insectos que se localizan en el cabello. Son parásitos que necesitan alimentarse de sangre humana para vivir (por lo que no se hallan en los animales domésticos).

Los piojos crecen y se multiplican muy rápidamente, pasando con mucha facilidad de una persona a otra al ponerse en contacto sus cabezas, o por intercambio de objetos personales (peines, cepillos, gorros, bufandas, cintas de pelo…). Los piojos no vuelan ni saltan.


La pediculosis puede afectar tanto a niños/as de cualquier clase o estrato social, y su aparición no significa que tengan malos hábitos higiénicos. No existe, por tanto, justificación alguna para la exclusión del medio escolar de los/as niños/as afectados/as


La presencia de piojos en los/as hijos/as no debe ser motivo de vergüenza y ocultación; al contrario, se debe informar rápidamente al centro escolar para atajar el problema lo antes posible. 

Si el niño o la niña se queja de picores o se rasca la cabeza con insistencia, conviene revisar minuciosamente el pelo de su cabeza, buscando las liendres, sobre todo detrás de las orejas y en la nuca. En ocasiones puede confundirse con caspa, pero ésta se desprende con facilidad del cuero cabelludo, mientras que la liendre no (siendo necesario tirar de ella para quitarla). 


-Tratamiento en niños y niñas de 2 años o menores:

En estas edades no debe utilizarse ningún producto, usando como primera opción la extracción manual, o con lendrera, de los piojos. Si aún así el problema persistiese, consulte con su pediatra. Nunca aplique ningún pediculicida en niños/as menores de 6 meses.


-Tratamiento en niños/as mayores de 2 años: 

Solamente inicie el tratamiento cuando un/a niño/a tengan liendre; no a fin de prevenir. Elija como tratamiento una loción o crema que contenga permitrina al 1 %. Para su uso siga las instrucciones que se especifiquen en cada producto.

Una vez utilizado el producto, bien sea en crema o en loción, deberá:
  • Retirar los piojos y las liendres. 
  • Revisar periódicamente la cabeza. 
  • Repetir el tratamiento una segunda vez con el mismo producto entre 7-10 días más tarde. 
  • En los días posteriores retire las liendres que encuentre. 
  • Peinar el pelo con la lendrera durante dos semanas más. 

Si sigue estas indicaciones, lo más probable es que el problema quede resuelto. En caso contrario, consulte a su pediatra o su farmacéutico/a.

Fuente: Protocolos de respuesta para equipos directivos y profesorado ante situaciones problemáticas en los centros educativos.

viernes, 1 de abril de 2011

Algunos versos.

Canciones

Lo importante de un niño
no es que sea un empollón
y recite como un loro
sin entender la lección.

Lo importante de un gato
es que cumpla sus funciones
-no que sea blanco o negro-,
sino que cace ratones.

(Gloria Fuertes).


Escolares de mi escuela

Escolares de mi escuela,
hijos de pobres y ricos,
aprender a compartir
antes que a tener bolsillos.

Escolares de mi escuela
listos, medianos y torpes,
aprender a navegar
todos dentro del mismo bote.

Escolares de mi escuela,
no luchéis por ser primero,
sino porque haya comida
para el último en el puchero.

Escolares de mi escuela,
no copiéis modelos falsos:
ser cada uno lo que sois
que los dioses son de barro.

Escolares de mi escuela,
no me toméis como ejemplo.
Yo fallo como el que más,
aunque esté dando consejos.

(José María Ortega).


El colegio

Cuatro paredes
tiene el colegio.
Los niños gritan sin gana
lecciones, cantos y rezos,
mientras el patio vacío
repite el eco.

Sobre la negra pizarra
trazos inciertos,
y en un rincón pone un mapa
colorines polvorientos.
Todas las amplias ventanas
tienen su trozo de cielo.

Y un rayo de sol le pone
guiñas de luz a un tintero.
Lentos, cansados, monótonos,
dicen a un tiempo
montes y ríos de España,
canciones y padrenuestros,
mientras un aire dormido,
sumiso y tierno,
entre pupitre y pupitre
bosteza su aburrimiento...

(José Manuel de Lara).


Maestro

Vocación tempranera y siempre bien sentida,
esta de ser Maestro por amor entregado,
este ir alumbrando caminos por la vida,
ilusionadamente, de niños rodeado.

Poner alma de artista en la noble tarea,
con fuerza misionera y mano delicada;
saber irse quemando en aras de una idea,
saber seguir la estrella del bien entresoñada...

Sembrador sin pereza, poner en la besana
al par del rubio trigo semilla de amapolas;
estrenar alegría y fe cada mañana,
y en el trance difícil quedar con Dios a solas.

(Juan Berbel).
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